ACIPET responde al artículo de la ministra Susana Muhamad “El agua es para la vida y no para el fracking

«El agua es para la vida y no para el fracking» es una gran falacia concebida para imponer una ideología sin importar el impacto negativo de la misma sobre otros aspectos muy importantes de la vida como es el desarrollo social y económico. 

El propósito de las Asociaciones profesionales como ACIPET no es entrar en controversia política, pero sí aportar al propósito superior que es el crecimiento y transformación sostenible del país.

Nuestra argumentación que no se concibe con sesgos ideológicos o políticos, sino que es apoyada en el método científico, se basa en cifras, datos, ciencia e ingeniería que de manera equilibrada y responsable define la conveniencia de llevar a cabo proyectos que aporten al mejoramiento del nivel de vida de los colombianos, permitiendo desarrollar armónicamente y al mismo nivel los tres ejes de la sostenibilidad: social, ambiental y económico.

Colombia emite el 0.2% de CO2 de las emisiones globales y 0.5% de las emisiones de Gases de efecto Invernadero (GEI).  De estas emisiones a nivel mundial, el Sector de Hidrocarburos en Colombia es responsable del 0.09%.  Es claro que el país no es el responsable de los inmensos volúmenes de emisiones globales y que eliminar el uso de recursos fósiles en el país no le soluciona significativamente nada al mundo; esta no debería ser la mayor prioridad del país cuando otros flagelos como la pobreza y el subdesarrollo sí deterioran la vida de los colombianos.

Si aun así se considera vital la reducción de los GEI con lo cual se sustenta la prohibición del desarrollo de los proyectos en el sector minero-energético, sería apropiado preguntarle a la ministra del Medio Ambiente si estaría dispuesta a prohibir la agricultura y la ganadería, dado que estos dos sectores son responsables del 56% del total de las emisiones del país, causadas por la deforestación y el uso de tierras.  ¿Lo haría en pro de lo que ella considera un mejor futuro para Colombia?

La pobreza (21 millones de colombianos en pobreza moderada y 8 millones en pobreza extrema), la desigualdad social y el subdesarrollo son algunos de los principales problemas de Colombia sin lugar a duda.  Privar al país de las oportunidades para salir de la pobreza y lograr el desarrollo del pueblo colombiano basados en supuestos de las consecuencias del desarrollo de proyectos en el Sector de Hidrocarburos en nuestro territorio, acogiendo algunas experiencias negativas que se tuvieron en otras latitudes, es algo más que irresponsable e injusto con nuestros conciudadanos y en particular con aquellos menos favorecidos.

La respuesta a las inquietudes válidas sobre la conveniencia o no del uso de técnicas como el fracking la constituyó la propuesta de realizar los proyectos piloto de investigación integral (PPII) con los cuales acudiendo al método científico se iba a lograr una toma de decisiones basadas en ciencia, ingeniería, tecnología y con garantes de transparencia de la academia.  Sin embargo, se optó por buscar su prohibición sin permitir la prueba en sitio, quizás por el temor de los detractores a que con el resultado de los PPII se quedaran sin argumentos, con apoyo de símiles ideológicos foráneos y sin prueba en territorio, para demonizar el Sector y prohibir la aplicación de una técnica de ingeniería (fracking) que ha sido utilizada en otras partes del mundo de manera sostenible y con evidencias demostrables positivas, pero que deberíamos probar en nuestro escenario a través de los PPII.

De otro lado, como parte de la estrategia para lograr el objetivo de marchitar al Sector, responsable del desarrollo del país por más de medio siglo, se continúa creando confusión con definiciones imprecisas, con lo cual se pretende evitar el uso de técnicas en yacimientos convencionales y generalizar conceptos para prohibir el desarrollo de todo tipo de Yacimientos No Convencionales (YNC) en subsuelo colombiano.

La definición de fracking es la aplicación de la técnica de fracturamiento hidráulico multietapa en pozos horizontales de manera masiva.  Sí y solo sí la combinación e integración de todos estos factores constituye el fracking.  Por lo tanto, la técnica del fracturamiento hidráulico en sí no debe ser parte de la discusión en la pretensión de prohibición.  El fracturamiento hidráulico no es fracking.  Gracias al fracturamiento hidráulico, que se ha hecho en el país por más de 50 años por Ecopetrol y otras operadoras, Colombia aún puede producir gas de sus yacimientos del Piedemonte llanero que aportan entre un 55% a 60% de la producción y reservas de gas.  Sin esta técnica que se ejecutó para el desarrollo de estos campos estaríamos en la actualidad en graves aprietos para el suministro de gas a los colombianos.  Otras áreas de producción de hidrocarburos como los campos del Valle Superior del Magdalena se han beneficiado del uso de esta técnica.

La Industria ha desarrollado un cúmulo de experiencia y prácticas probadas, mejora continua y de optimización de operaciones con base siempre en una planeación juiciosa y cuidadosa con manejo del riesgo de manera óptima, estableciendo barreras de mitigación y control en forma anticipada.

Por otra parte, los pozos horizontales son el resultado del desarrollo dinámico de las tecnologías de punta para la optimización de las áreas operativas en superficie con lo cual se evita intervenir áreas pobladas o con restricciones para su uso; prohibir esta técnica sin ningún fundamento sería algo sin sentido y seríamos el único lugar del mundo en hacerlo.

De igual manera, colocar en la misma canasta a los Yacimientos No Convencionales y al fracking (fracturamiento hidráulico multietapa en pozos horizontales de manera masiva) es una decisión errada que raya en el desconocimiento total.  No todos los Yacimientos No Convencionales requieren fracking; existen Yacimientos No Convencionales como los de arenas bituminosas, los de gas en mantos de carbón y los hidratos de gas que tienen un alto potencial de aporte a las reservas de hidrocarburos y que no requieren de esta técnica.  Pero en nuestro país los detractores los incluyen en la prohibición porque son parte de su estrategia de debilitar todo el Sector de los Hidrocarburos.  El proyecto de Ley 114- 2022 Senado y 413-2023 Cámara desconoce que fracking y los Yacimientos No Convencionales NO son lo mismo.

Ahora, demos una mirada al uso de los recursos para la aplicación del fracking.  Erróneamente se dice que el agua utilizada para esta técnica sería tomada del recurso hídrico potable.  Colombia produce diariamente cerca de 750 mil barriles de aceite por día y asociados a estos se producen 12 millones de barriles de agua no aptos para el consumo humano.  Estos equivalen a 1,900 millones de litros por día que estarían disponibles para desarrollar los proyectos de fracking.  Según el concepto de la ministra Muhamad en su artículo de El Tiempo, se requieren 40 millones de litros de agua para una operación de fracking y que, en vez de ser utilizados para la Industria, deberían ser distribuidos para el aprovechamiento humano, ignorando que es insalubre para las personas consumir el recurso hídrico proveniente de los yacimientos de los hidrocarburos, que son totalmente disímiles en su naturaleza y están a muchísima más profundidad que los recursos hídricos de los acuíferos más someros que están destinados para el consumo personal.  En el área en la que se proponen los PPII existe todo el volumen de agua requerido para los trabajos provenientes de los campos de producción del Valle Medio del Magdalena, la primera provincia productora de petróleo y gas que se desarrolló en el país.

Hasta la saciedad en diferentes espacios de discusión, en donde se han hecho oídos sordos los detractores del sector, se ha demostrado que los argumentos de interferencia y contaminación de los acuíferos de consumo humano o fuentes hídricas naturales son completamente infundados, dadas las exigentes técnicas y procedimientos modernos que eliminan toda posibilidad de esta situación; también se ha presentado que los productos químicos utilizados para el acondicionamiento del agua para el trabajo de fracking son todos productos del uso común de la vida cotidiana humana, pero que aun así se imponen estrictos estándares para su uso y aplicación en campo.  También se han presentado estudios sobre la mínima incidencia en la actividad sísmica por el uso de esta tecnología del fracking.  El comentario de la ministra en el mencionado artículo: “De igual manera, el fracking profundiza los riesgos geológicos de Colombia. Hace solo dos semanas vivimos un sismo de 30 km del subsuelo que puso a temblar a todo el país, eventos sísmicos que podrían aumentar con mayor fuerza y magnitud por esta práctica extractiva”, no es más que un mensaje irresponsable e intimidante sin fundamento alguno. 

También la ministra afirma “En tan solo mil hectáreas previstas para 10 pozos podrían aprovecharse los suelos para el cultivo de 2,000 toneladas de café o 6,000 toneladas de arroz, alimento para más de 33,000 personas durante un año”.  Otro concepto falaz sobre la cantidad de área a intervenir, la cual se estima que para 10 pozos no sea más de 10 hectáreas directamente intervenidas. Y también valdría la pena preguntarse ¿cuánta agua de consumo humano se requeriría para el riego de los cultivos de café, arroz y demás alimentos que dice se producirían en un año?  Esto sin contar la deforestación asociada.  Hoy día conviven en territorio donde se desarrollan operaciones del Sector de Hidrocarburos muchas haciendas y granjas ganaderas y agrícolas de palma, arroz, algodón, maíz y café, entre otros que satisfacen las necesidades alimenticias.  La problemática social asociada a esta convivencia radica en el injusto trato que históricamente se les ha dado a los campesinos por parte del gobierno de turno y al manejo irresponsable y corrupto que desde tiempos atrás se le ha dado al manejo de las inmensas regalías que genera el Sector de los Hidrocarburos.

Otra imprecisión de la ministra en su escrito es afirmar que “las finanzas de la Nación no se verán afectadas si no se desarrollan estas técnicas”.  Con solo la incertidumbre causada en el país por los conceptos emitidos desde el gobierno, la inversión de capital privado para el 2023 en la Industria de Hidrocarburos ha disminuido en una tercera parte (ACP), los taladros de pozos nuevos han decaído en un 24% y los taladros para reacondicionar pozos productores ha decaído en otro 8% (Campetrol), las reservas actuales de gas del país, con base en el último reporte de reservas ANH son las más bajas en los últimos 17 años.

Adicionalmente, en informe reciente de un estudio realizado por el departamento nacional de planeación (DNP), la Agencia Francesa de desarrollo (AFD) y la Cepal menciona que con una reducción del 50% en la producción de hidrocarburos y carbón, se reduciría el 56.2% de las exportaciones del país, se perderían 362,960 empleos y la pobreza aumentaría 3.26 puntos en un año.

Todas las señales e indicadores del Sector de los Hidrocarburos y de la economía demuestran que la afirmación de que las finanzas de la nación no se verán afectadas por prohibiciones de actividades de la industria es otro acto irresponsable.

Los Yacimientos No Convencionales (YNC) están asociados al gas, combustible de la Transición Energética, es de bajas emisiones y tiene ventajas económicas superiores a todas las energías renovables en este momento.  Si no logramos desarrollar el potencial de los YNC, no vamos a tener autosuficiencia energética.  Si no hay exploración y producción, no hay reservas para mañana, sin esto no hay soberanía energética, y si no hay soberanía energética, el futuro de Colombia está comprometido.

La Transición Energética de Colombia debe ser hecha a nuestra medida y posibilidades, nuestra agenda no debe estar amarrada a una utopía que muchos en Colombia y en el mundo han comprado con el ingenuo deseo de ser protagonistas a toda costa del cambio global.  Nuestra transición debe estar apalancada en el gas y en los abundantes recursos que aún tenemos por desarrollar.  Esta no debe hacerse marchitando un sector a la fuerza, la coexistencia energética irá mostrando el camino natural y lógico que deberá tener nuestra matriz de energía respetando los principios de sostenibilidad social ambiental y económica.  Y una premisa incondicional que debemos mantener es que, para el país, ¡importar hidrocarburos teniendo el potencial en casa es nefasto!

Hacemos un llamado vehemente a la Cámara de Representantes, al Senado de la República y al gobierno nacional para que tenga en cuenta que está en sus manos nuestro futuro.

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